Los científicos han documentado los tres primeros casos de orcas que han cazado y matado con éxito a los animales más grandes de la Tierra, las ballenas azules, hallazgos que arrojan más luz sobre el papel que desempeñan estos mamíferos en los ecosistemas marinos.
Mientras que investigaciones anteriores han documentado a las orcas -también conocidas como ballenas asesinas- atacando y acosando a las ballenas azules, los tres eventos de depredación reportados en el nuevo estudio, publicado recientemente en la revista Marine Mammal Science, son las primeras muertes confirmadas.
Las orcas -que, a pesar de su nombre, pertenecen a la familia de los delfines- son los depredadores principales de muchos ecosistemas oceánicos y tienen una gran influencia en los entornos marinos, ya que depredan una gran variedad de especies, incluidas las ballenas, dicen los investigadores, de la Universidad Flinders de Australia.
Estudios anteriores han documentado que las orcas depredan crías de grandes ballenas en todo el mundo, sin embargo, hasta ahora se desconocía si cazaban y mataban a la ballena más grande, la ballena azul.
Los hallazgos del nuevo estudio, según los investigadores, pueden ayudar a los científicos a comprender mejor el papel que desempeñan las orcas en el ecosistema marino, sobre todo para controlar las especies de sus presas -incluidas las ballenas azules- que aún se están recuperando de la caza comercial de ballenas.
“Estos tipos son feroces y tienen preferencia por los calamares, los peces y los zifios. En los últimos años han aumentado los registros del número de zifios capturados, en esta región se sabe que también depredan ballenas jorobadas y minke”, dijo en un comunicado John Totterdell, autor principal del estudio del Centro de Investigación de Cetáceos (CETREC).
En 2019, los investigadores del CETREC, que estaban realizando sus estudios anuales de ballenas y delfines frente a la costa de Australia, se toparon con el primer evento documentado de orcas que atacaron y mataron a una ballena azul adulta y sana.
Luego, el año pasado, registraron un suceso adicional de depredación de otra cría de ballena azul.
“Cuando llegamos, unas 14 orcas estaban atacando a la azul en aguas de 70 metros, con las orcas hembras liderando el ataque, dijo Isabella Reeves, candidata al doctorado de la Universidad Flinders y coautora del estudio, sobre el evento de 2019.
“A la llegada ya notamos una herida superficial importante en la parte superior de su cabeza con el hueso expuesto. Faltaba la aleta dorsal, sin duda mordida por las orcas”, añadió la Sra. Reeves.
En este ataque coordinado de varias orcas a la ballena azul, algunas orcas hembras embistieron el costado de la ballena azul mientras otras atacaban la cabeza, dijeron los investigadores.
“Poco después, había grandes trozos de piel y grasa arrancados de los lados de la ballena, la azul estaba sangrando profusamente y se estaba debilitando, evidente por su velocidad lenta”, dijo la Sra. Reeves.
Hacia el final del ataque dirigido, los investigadores dicen que una orca hembra se lanzó de cabeza a la boca de la azul, probablemente para alimentarse de la lengua.
“Después de que el cadáver de la ballena se hundiera, unas 50 orcas estaban en la zona dándose un festín y compartiendo la carne del azul”, añadió el Dr. Totterdell.
En los sucesos posteriores registrados de orcas matando ballenas azules, los científicos dicen que se mostraron estrategias similares, pero con orcas macho también activas y crías involucradas en el tercer ataque.
En los tres eventos, los investigadores dicen que al menos 16 de los mismos animales participaron en los ataques, y múltiples orcas estuvieron activas en dos eventos.
Dicen que si la estrategia de caza tiene éxito resulta en el cansancio de la ballena azul, dejándola indefensa.
“Se sugiere que la depredación de las orcas ha impedido la recuperación de la población de ballenas grises en el Pacífico noroccidental, sin embargo, en Australia, con muchas especies de ballenas conocidas como objetivo de las orcas, el impacto de su depredación en estas poblaciones sigue siendo desconocido”, señaló el Dr. Totterdell.
“Este estudio, combinado con nuestra reciente investigación, pone de manifiesto la necesidad de conocer mejor la ecología de las poblaciones de orcas para poder determinar mejor su impacto en el ecosistema marino de las aguas australianas”, añadió.
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